Sacando los pañales

"Salio caca, papá !"

Esta frase fuero de contexto no sólo carece de sentido sino que hasta puede sonar a un insulto. Pero esta misma frase, en la sonrisa de un niño de 2 años sólo indica una cosa: lo he logrado!

Desde hace algunos días empezamos el proceso para que Martín deje los pañales. Sacárselos fue la parte fácil, ahora hay que intentar que se de cuenta que tiene que ir al baño. Si está jugando o mirando tele, cada media hora (o un poco más) vamos al baño para que pruebe "a ver si sale".

Otras veces sale corriendo al grito de "ahora si sale", pero casi todas las veces se trata de una falsa alarma. De todas maneras hacemos el ceremonial pertinente, para que vaya aprendiendo los hábitos.

Si bien no hay recetas, la experiencia y los comentarios de pediatras y de otros padres marcan cierta tendencia para definir la fecha más apropiada para que un niño deje los pañales. También hay otros métodos, como el transvase de líquidos de un vaso a otro que indica que poseen la madurez para dar este paso tan importante.

Pero es el verano cuando tienen 2 años cuando tienen todo lo necesario para dejar los pañales.

El proceso no es simple ni rápido. El manejo de los esfínteres implica el estar atento a lo que sucede, a lo que se siente dentro del cuerpo y a las ganas que surjan. Y dónde. También implica aprender a manejar esos aparatos raros que son los inodoros (bater, en España), con sus tapas, y aquí con 2 botones (uno para lo primero y otro para lo segundo).

En esta etapa son comunes los pantalones mojados, las sillas mojadas y las camas con ruido a plástico, entre otras cosas mojadas. Cada pequeño avance va haciendo que se sientan más confiados y orgullosos.

Es posible que él esté más sensible o atento, porque esta mañana hemos ido 6 o 7 veces a probar, y luego ha ido otras tantas veces solo, pero luego volvía con cara de decepción y un "no salio nada...".

Cuando estaba empezando a cocinar, apareció Martín en la puerta de la cocina y dijo, con una sonrisa en la cara, "salió caca, papá!. Me alegré por él, por su crecimiento y su logro. Fue un instante maravilloso en que vi pasar delante de mis ojos un video con fotos desde que nació hasta hace poco, con su birrete en la graduación del jardín. Alli parado, sin pantalón, en su regreso desde el baño, luego de escasos kilómetros de recorrido y de práctica.

Lo había logrado.

Es notable cómo el cerebro humano tiende a concentrarse en cosas o detalles que pueden parecer insignificantes, pero a las que les puede prestar toda su atención y lograr abstraerse de todo lo demás. Esta capacidad depende de cada persona y por lo tanto le prestamos atención a diferentes cosas y por diferente tiempo. Si no hubiese sido por ésta capacidad, no habría tardado tantos milisegundos en preguntarme dónde había hecho caca, si no llega a subir solo al inodoro! Claro, sobre el pantalón y en el suelo, y algo por el camino hasta la cocina.

Es que a veces los accidentes ocurren.

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